Hoy culmina el año 2020 durante el cual Dios nos ha enseñado tanto. Ha manifestado su grandeza y misericordia y quiere que descubramos cuán pequeños e indefensos somos fuera de Él. Con su voz hizo temblar a nuestro Puerto Rico en tantas ocasiones. Con un simple virus que sólo se puede ver en el microscopio ha cambiado toda la manera de vivir en el mundo entero. Ha unido a grandes y a pequeños, ricos y pobres, intelectuales y analfabetas, sabios y necios, creyentes y ateos, bonitos y feos, sanos y enfermos; unidos en cuanto al deseo de escapar de los estragos de una pandemia. Una de las medidas que se han establecido para evitar la propagación del virus, y que hemos adoptado, es guardar distancia física. Dentro del ambiente que nos ha tocado vivir durante este tiempo, el distanciamiento no puede ser de Dios ni de la misión que tenemos como Iglesia y Cuerpo de Jesucristo. El anhelo del Señor es que mantengamos la unidad como cuerpo “para que sean perfectos en la unidad (Juan 17: 23); "que no dejemos de congregarnos como algunos tienen por costumbre" (Hebreos 10: 25); que las aflicciones no interrumpan nuestra paz: estas cosas he hablado para que en mí tengáis paz, en el mundo tendréis aflicción, pero confiad yo he vencido al mundo (Juan 16: 33)." La unidad requiere que veamos la imagen de Dios en nuestro semejante, que consideremos a nuestro hermano como la bendición del Señor, en ese Cuerpo, y que hagamos la victoria de Jesús, nuestra victoria. Que con la despedida de este año (2020) que termina hoy, nos dispongamos a dejar ir también todas aquellas actitudes que nos impiden alcanzar el propósito de Dios. Que para el año que comienza (2021), adoptemos la resolución de cortar inmediatamente cualquier sentimiento o pensamiento que nos quiera separar de nuestro hermano y asÍ interrumpir el propósito de Dios para nuestras vidas. Que nos gocemos con aquellos que se gozan y lloremos con los que lloran (Romanos 12: 15); que la tristeza del otro no redunde en mi alegría; que la alegría de aquel no se convierta en mi tristeza. Que en el 31 de diciembre de 2021 veamos cumplida lo dicho por el salmista David: “Jehová cumplirá su propósito en mí; tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; no desampares la obra de tus manos (Salmo 138: 8). Con mucho amor de parte de tu pastor, José A. (Tony) Rosario Benítez, IAOLP Comentarios
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